El término estrés proviene de la física
y la arquitectura y se refiere a la fuerza que se aplica a un objeto, que puede
deformarlo o romperlo. En la Psicología, estrés suele hacer referencia a
ciertos acontecimientos en los cuáles nos encontramos con situaciones que
implican demandas fuertes para el individuo, que pueden agotar sus recursos de
afrontamiento.
La definición del término estrés ha sido muy controvertida desde el momento
en que se importó para la psicología por parte del fisiólogo canadiense Selye
(1956). El estrés ha sido entendido:
-
como reacción o respuesta del individuo (cambios fisiológicos, reacciones emocionales, cambios conductuales, etc.)
-
como estímulo (capaz de provocar una reacción de estrés)
-
como interacción entre las características del estímulo y los recursos del individuo.
En la actualidad, este último planteamiento, se acepta como el más completo.
Así pues, se considera que el estrés se produce como consecuencia de un
desequilibrio entre las demandas del ambiente (estresores internos o externos) y
los recursos disponibles del sujeto. De tal modo, los elementos a considerar en
la interacción potencialmente estresante son: variables situacionales (por
ejemplo, del ámbito laboral), variables individuales del sujeto que se enfrenta
a la situación y consecuencias del estrés.
El estrés puede ser definido como el proceso que se inicia ante un
conjunto de demandas ambientales que recibe el individuo, a las cuáles debe dar
una respuesta adecuada, poniendo en marcha sus recursos de afrontamiento. Cuando
la demanda del ambiente (laboral, social, etc.) es excesiva frente a los
recursos de afrontamiento que se poseen, se van a desarrollar una serie de reacciones
adaptativas, de movilización de recursos, que implican activación
fisiológica. Esta reacción de estrés incluye una serie de reacciones emocionales negativas
(desagradables), de las cuáles las más importantes son: la ansiedad, la ira y la
depresión.
Ansiedad
y estrés
Muchas
veces ansiedad y estrés se usan como sinónimos, entendiendo en ambos casos un
mismo tipo de reacción emocional, caracterizada por alta activación
fisiológica. Sin embargo, existen tradiciones diferentes a la hora de estudiar
ambos fenómenos. El estrés es un proceso más amplio de adaptación al medio.
La ansiedad es una reacción emocional de alerta ante una amenaza. Digamos que
dentro del proceso de cambios que implica el estrés, la ansiedad es la
reacción emocional más frecuente. Muchos estímulos o situaciones pueden
provocar en el individuo la necesidad de movilizar recursos para dar respuesta a
las demanda de dicho estímulo, o para volver al estado inicial de equilibrio en
el que se encontraba inicialmente. Al estímulo le llamamos estresor, o
situación estresante.
Distintos
enfoques en el estudio del estrés
Vamos a ver brevemente algunas cuestiones
fundamentales que se estudian bajo el rótulo "estrés". Ello nos
permitirá entender distintos puntos de vista a la hora de estudiar el estrés.
1.
El estrés como estímulo.
El estrés ha sido estudiado como el estímulo o la situación que provoca un
proceso de adaptación en el individuo. En distintos momentos se han investigado
distintos tipos de estímulos estresores.
1.1.
El estrés como estímulo. Los grandes acontecimientos.
Los acontecimientos vitales, catastróficos, incontrolables, impredictibles,
como muerte de un ser querido, separación, enfermedad o accidente, despido,
ruina económica, etc., son el tipo de situaciones estresantes que fueron más
estudiadas en los años sesenta y setenta. Como puede verse, se trata de
situaciones de origen externo al propio individuo y no se atiende a la
interpretación o valoración subjetiva que pueda hacer el sujeto de las mismas.
Serían situaciones extraordinarias y traumáticas, o sucesos vitales
importantes, que en sí mismos producirían cambios fundamentales en la vida de
una persona y exigirían un reajuste. En esta línea se han llevado a cabo
investigaciones sobre las relaciones entre cantidad de estrés y salud (por
ejemplo, cuántos estresores han sufrido las personas que enferman) .
1.2. El estrés como estímulo. Los pequeños contratiempos.
En los años ochenta se han estudiado también los acontecimientos vitales
menores (daily hassles), o pequeños contratiempos que pueden surgir cada día
(en el trabajo, las relaciones sociales, etc.) como estímulos estresores.
1.3. El estrés como estímulo. Los estímulos permanentes.
Así
mismo, se han incluido los estresores menores que permanecen estables en el
medio ambiente, con una menor intensidad pero mayor duración, como el ruido,
hacinamiento, polución, etc.
2. El estrés como respuesta.
Previa a esta concepción del
estrés como estímulo, en los años cincuenta se había
investigado la respuesta fisiológica no específica de un organismo ante
situaciones estresantes, a la que se denominó Síndrome de Adaptación General
y que incluía tres fases: alarma, resistencia y agotamiento. Selye consideraba
que cualquier estímulo podía convertirse en estresor siempre que provocase en
el organismo la respuesta inespecífica de reajuste o reequilibrio
homeostático, pero no incluía los estímulos psicológicos como agentes
estresores. Hoy en día sabemos que los estímulos emocionales pueden provocar
reacciones de estrés muy potentes.
3. El estrés como interacción
En
tercer y último lugar, el estrés no sólo ha sido estudiado como
estímulo y como respuesta sino que también se ha estudiado como interacción
entre las características de la situación y los recursos del individuo.
Desde esta perspectiva, se considera más importante la valoración que hace el
individuo de la situación estresora que las características objetivas de dicha
situación. El modelo más conocido es el modelo de la valoración de Lazarus (Lazarus
y Folkman, 1986), que propone una serie de procesos cognitivos de valoración de
la situación y valoración de los recursos del propio individuo para hacer
frente a las consecuencias negativas de la situación. El estrés surgiría como
consecuencia de la puesta en marcha de estos procesos de valoración cognitiva.
Si el sujeto interpreta la situación como peligrosa, o amenazante, y considera
que sus recursos son escasos para hacer frente a estas consecuencias negativas,
surgirá una reacción de estrés, en la que se pondrán en marcha los recursos
de afrontamiento para intentar eliminar o paliar las consecuencias no deseardas.
Según el modelo de Lazarus el proceso cognitivo de valoración de la
situación supone una estimación de las posibles consecuencias negativas que
pueden desencadenarse para el individuo. Si el resultado de esta valoración
concluye que las consecuencias pueden ser un peligro para sus intereses,
entonces valorará su capacidad de afrontamiento frente a este peligro
potencial. Si las consecuencias son muy amenazantes y los recursos escasos,
surgirá una reacción de estrés. La reacción de estrés será mayor que si la
amenaza no fuera tan grande y los cursos de afrontamiento fuesen superiores. Una
vez que ha surgido la reacción de estrés el individuo seguirá realizando
revaluaciones posteriores de las consecuencias de la situación y de sus
recursos de afrontamiento, especialmente si hay algún cambio que pueda alterar
el resultado de sus valoraciones. Estas revaluaciones son continuas y pueden
modificar la intensidad de la reacción, disminuyéndola o aumentándola.
Toda persona hace constantes esfuerzos cognitivos y conductuales para manejar
adecuadamente las situaciones que se le presentan, por lo tanto no todo el
estrés tiene consecuencias negativas. Sólo cuando la situación desborda la
capacidad de control del sujeto se producen consecuencias negativas. Este
resultado negativo se denomina distrés, a diferencia del estrés positivo,
o euestrés, que puede ser un buen dinamizador de la actividad conductual
(laboral, por ejemplo).
Estrés laboral
Desde la entrada en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, en
1995, se ha dado un impulso a los aspectos relacionados con la Salud Laboral,
entre los factores desencadenantes de distintos problemas de salud, deterioro de
las relaciones interpersonales, absentismo y disminución de la productividad,
se encuentra el estrés.
La Comisión Europea, a través de la Fundación Europea para la Mejora de las
Condiciones de Vida y Trabajo (1999) ha realizado un estudio sobre el estrés
laboral en el que concluye que el 28% de los trabajadores europeos padece
estrés y el 20% burnout (se sienten "quemados" en su trabajo), siendo
los sectores más afectados los trabajos manuales especializados, el transporte,
la restauración y la metalurgia.
Los altos costes personales y sociales generados por el estrés laboral, han
dado lugar a que organizaciones internacionales como la Unión Europea y la OMS
insistan cada vez más en la importancia que tienen la prevención y el control
del estrés en el ámbito laboral.
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